El #8M es nuestra oportunidad

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08 Marzo, 2021

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Las mujeres con discapacidad en España, según el último informe realizado por ODISMET, presentamos una brecha salarial del 15,9% con respecto a los hombres con discapacidad.

Exponer este dato es una cuestión absolutamente azarosa, podía haber elegido cualquier otro; por ejemplo, habría podido contarles que en la última ‘Macroencuesta sobre Violencia contra la Mujer 2019’ se recoge que un 10,3% de las mujeres con discapacidad encuestadas a confrontado algún tipo de violencia sexual fuera del ámbito de la pareja, frente al 6,2% de mujeres sin discapacidad acreditada que afirman haber enfrentado esta situación.

Los estudios en materia de discapacidad y género son aún poco prolijos en datos, pero los que poseemos son demoledores.

Tradicionalmente ausentes de las reivindicaciones feministas e invisibilizadas por un tejido asociativo de la discapacidad masculinizado, las niñas, adolescentes y mujeres con discapacidad hemos habitado más tiempo del que nos gustaría la ‘Tierra de Nadie’ en que la sociedad quiso colocarnos.

En ese lugar extraño, nos quedaron sólo dos opciones; ser víctimas o ser heroínas. Ambos son papeles en que casi ninguna nos sentimos cómodas, y más bien, simplemente queremos ser libres, si no es mucho pedir.

Las dos últimas décadas han supuesto algunos avances y mejoras para las mujeres y niñas con discapacidades. Poco a poco comenzamos a ser visibles, a ser consideradas mujeres, a ser objeto de algunas políticas en materia de igualdad, pero el camino aún es largo, y la amenaza de retroceder en estos avances a causa de la pandemia global provocada por la COVID19 es algo que en este #8M pende sobre nuestras cabezas.

El 30 de Junio de 1925, en la Convención Internacional de Clubes de Leones (Cedar Point, Ohio, EE. UU.), Helen Keller pronunció un discurso en que instaba a esa institución a contribuir con una asociación dirigida a personas ciegas, fundada apenas 4 años antes. Helen hoy en día sería considerada una activista. En aquel momento solo era una rara avis en un mundo que siempre quiso ocultar las diferencias.

En ese discurso persuadió a su audiencia hablando de que les ofrecía una oportunidad hermosa. Quizás, 96 años después, el 8M sea otra oportunidad igual de bonita. La oportunidad para una sororidad real, en que todas las mujeres nos cojamos del brazo para caminar, aunque sea virtualmente, hacia un mundo sin barreras, libre, equitativo y sobre todo, feminista.

Mª de las Mercedes Serrato Calero,

investigadora en Género y Discapacidad.

 

 

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