Más barreras en tiempos de COVID-19 para el alumnado con sordera

Foto de Belén ante el ordenador

admin

27 Septiembre, 2021

Accesibilidad Universal

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Hola, soy Belén Borroy Sacacia, una persona con discapacidad auditiva profunda de nacimiento, y llevo dos implantes cocleares. Soy de Zaragoza, tengo 19 años y actualmente estoy realizando segundo curso del grado universitario de Magisterio Infantil.

Durante mi vida académica he contado con la ayuda de logopedas y he necesitado recursos de apoyo, como el equipo de FM, gracias a los que he podido alcanzar los objetivos curriculares en igualdad de condiciones que mis compañeros/as.

En el final de mi bachillerato llegó la COVID-19 y después el confinamiento. Aunque esto me resultó complicado para finalizar mis estudios, los docentes especializados en el centro ya sabían las necesidades que yo tenía y, por lo tanto, lo que necesitaba. También fue importante disponer de recursos y competencias digitales necesarias, en ese momento, para poder adaptarme con éxito al cambio.

El paso a la universidad ha sido un gran cambio, pero eso no es lo que me ha dificultado el curso, sino el uso de las mascarillas por parte de los profesores y de todos mis compañeros, el cambio de clases presenciales a online y el uso de videos en la explicación de contenidos mínimos sin el uso de subtítulos, entre otros.

Respecto al uso de las mascarillas, para una persona sorda es fundamental ver los labios y la expresión facial, cosa que lo dificulta. Además, la comunicación se ve cortada, aparte de que reducen el volumen y distorsionan el habla. Las mascarillas transparentes que se han podido usar en este tiempo, debido a los materiales que se utilizan, no han sido las ideales. Además de empañarse, la mayoría eran demasiado rígidas para llevarlas por un tiempo prolongado, sumado a que hasta hace poco tiempo no han estado reguladas como mascarillas higiénicas y se dudaba de su protección, por lo que el deseo de su uso generalizado no ha sido posible.

En cuanto a las clases presenciales y online, en la mayoría de los casos no han estado a la altura para facilitar la comprensión de la información oral, por la falta de accesibilidad. Creo que es necesario que los centros y personal educativo sean conscientes de las dificultades de acceso a la comunicación que tienen las personas sordas e incorporen en su práctica diaria las herramientas que ofrecen las TIC para mejorar la recepción auditiva del alumnado con sordera. Es importante que conozcan la diversidad de instrumentos que existe, tanto de hardware como de software, y se apliquen adecuadamente según la necesidad del momento: la emisora de frecuencia modulada, el bucle magnético, las ayudas visuales, los recursos informáticos y la subtitulación.

Pienso que, aunque se pueda mejorar la educación online y hacerla más accesible, la recuperación de la educación presencial es vital por el apoyo individualizado y cercanía que necesitamos, especialmente las personas con necesidades educativas especiales, ya que cuando no existe el contacto directo con otras personas es más difícil que se generen espacios de aprendizaje informal.

Belén Borroy Sacacia

 

 

 

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