Años de peregrinaje
Mi nombre es Enrique Enguix y tengo 33 años. He visitado varios hospitales, clínicas, laboratorios y consultas en diferentes ciudades de España, así como en Turquía, Inglaterra y Alemania. Entre unas cosas y otras, puedo contar más de 250 visitas médicas y exámenes hasta el día de hoy.
Mi odisea comenzó en 2019, cuando sufrí una taquicardia haciendo deporte y no pudieron encontrar una explicación, así que concluyeron que me había picado una garrapata portadora de la enfermedad de Lyme. En febrero de 2020, sufrí una crisis acompañada de una arritmia cardíaca. Sentí una descarga de adrenalina súbita y no podía respirar. Cuando llegué al hospital me sedaron para hacerme una cardioversión y sin saber qué estaba ocurriendo exactamente, me despedí de todos y les agradecí su ayuda. Si hubo alguna explicación al despertar, no la recuerdo.
Tuve que regresar a Urgencias en varias ocasiones y, cuando debutaron los nuevos síntomas neurológicos, no pude acceder a ningún hospital público debido a la irrupción del COVID-19. Tuve que encontrar por mi cuenta un equipo médico que me realizara análisis genéticos y biopsias en centros privados. Pero los hospitales privados se veían limitados en medios y me costaba entender por qué no podía acceder a los de la Seguridad Social.
Entre los nuevos candidatos a mis síntomas apareció una sospecha diagnóstica letal, en este contexto, los plazos que planteaban para realizar prueba no eran asumibles para mí, así que volví a apoyarme en mi equipo privado y finalmente, las sospechas fueron refutadas.
No os contaré cómo conseguí que me prestaran atención en mi hospital de referencia, pero tuvo mucho que ver encontrar a la persona indicada en el puesto indicado. Por fin, tras años de peregrinaje y dolor sentí que existía un servicio público que podía ayudarme.
Hoy recibo un tratamiento que me permite recuperarme de forma significativa y recomponer mi vida a pesar de no saber cuál es la causa real de mi problema. Ahora, me siento afortunado de haber podido encontrar entre las grietas del sistema el apoyo incondicional de las personas que conforman el tejido asociativo: trabajadores, voluntarios y pacientes.
Enrique Enguix