El tiempo es el activo más preciado que tenemos las personas

Puesto de un socorrista en la playa

admin

12 Enero, 2018

Historias personales

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El Tiempo es el activo más preciado que tenemos las personas, aunque  muchas veces no somos conscientes de cuan valioso es, tanto si nos falta como si nos sobra.

Como Voluntario de Fundación ONCE no encuentro un acto más generoso que dar parte de mi tiempo para ayudar a otras personas. He tenido la dicha de compartirlo  y sin esperarlo, a cambio he recibido el mejor regalo: sonrisas de agradecimiento y palabras de gratitud. He podido devolver un poquito de lo mucho que he recibido antes, para hacer algo más fácil algunas facetas de la vida de otras personas con discapacidad.

Quiero compartir mi ilusión y mi entusiasmo para que otros tengan la satisfacción que produce ayudar, apoyar, compartir, dar…y que cada día seamos más los Voluntarios de Fundación ONCE, para conseguir entre todos que las personas con discapacidad tengan una vida más autónoma, inclusiva, digna y normalizada.

Quienes aún no han tenido la oportunidad, o quizás ‘el atrevimiento’ de querer ser voluntario, pueden estar pensando lo siguiente: “yo, que apenas tengo tiempo para mí, mi trabajo, mi familia… ¿en qué puedo ser útil?, ¿cómo puedo ayudar?”. Y es natural, todos hemos pasado, en mayor o menor medida, por esas incertidumbres.

Permitidme compartir unas pocas reflexiones más:

-    Es mucho más gratificante dar parte de nuestro tiempo para ayudar, aquí y ahora, que parte de nuestro dinero para ayudar muy lejos, en proyectos, seguramente necesarios pero poco tangibles y por tanto, poco reconfortantes. Y es que, a nuestro alrededor, en nuestro distrito, barrio, o ciudad, hay muchas más necesidades y, por tanto, posibilidades de ayudar, de las que somos conocedores o conscientes.

-    Ser Voluntario es pasar por distintas fases, conocerlas y asumirlas. Paradójicamente hay un gran sentimiento de egoísmo, de cierta superioridad, fruto de una posición cómoda del Voluntario, sobre la persona o personas a las que ayuda, presta su tiempo, o dedica sus habilidades. Ser Voluntario se entiende entonces como una manera de expiar ese sentimiento. Solo cuando tenemos la oportunidad de dar y compartir, el Voluntariado deja de ser egoísta y superior; cuando nos damos cuenta de que la persona o personas, o el propósito, colectivo, objetivo, al que nos dedicamos, son exactamente iguales que nosotros y que desde nuestra posición de voluntario podemos aprender, podemos co-laborar, co-operar, entonces es cuando nuestro tiempo, dedicación y esfuerzo cobran valor de verdad.

No hacemos caridad, sino actos de solidaridad, desde el no esperar nada a cambio, ni siquiera poder expiar ningún sentimiento de culpa, porque seguramente ninguno de nosotros seamos culpables de las situaciones de desventaja o vulnerabilidad de los demás, y sobre todo, porque a la hora de la verdad, a la hora de deshacernos de lo material y lo superfluo, en el momento de abrir nuestros corazones es cuando los demás nos enseñan que todos somos iguales:  ni nosotros tan superiores como creíamos, ni los otros tan inferiores como presumíamos, sino iguales, pero con distintas oportunidades.

Y esta magia de regresar de un evento de voluntariado con el cuerpo fatigado, las manos vacías pero el corazón repleto, pocas veces se consigue más que siendo Voluntario, Voluntario de Fundación ONCE.


Alberto Rossi Gutiérrez,

voluntario de Fundación ONCE

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