La suerte de tener a alguien
Hoy, 21 de septiembre, se conmemora el Día Mundial del Alzheimer y quiero poner negro sobre blanco mi experiencia con las demencias.
Tiene una parte dulce, que es cuando llegan a la asociación, ya que soy quien atiende a las personas usuarias y a sus familias en primer lugar, que trasladan sus miedos e incertidumbres sobre la enfermedad e intento resolver esas inquietudes a través de mis conocimientos, para que se sientan más aliviados, ya que el no conocimiento les desborda.
Hay que luchar día tras día por su bienestar físico, psicológico, emocional y social, conocer sus necesidades y evitar situaciones de riesgo social (maltrato, aislamiento...). Es decir, es muy importante hacer un seguimiento con las familias tras el diagnóstico, no abandonarlas en este difícil proceso… Esta es mi prioridad, junto a trabajar desde los sentimientos, porque sus recuerdos a veces no se lo permiten, quitarle importancia a que no se acuerden de tu nombre y de quién eres, pero cuando me sacan una sonrisa o me dan un abrazo, sé que emocionalmente me reconocen.
La parte amarga, el no tener la cura para esta terrible enfermedad que afecta a ambas partes: a la persona enferma y a la cuidadora. Este sentimiento se agrava cuando la persona que viene a tu despacho es joven y normalmente la enfermedad avanza más rápido. Muchas personas piensan que es una enfermedad de mayores y eso me da rabia, pero si así fuera, a mí me gustaría que cuando llegara a ser mayor, la sociedad en la que vivo luchara por mejorar mi calidad de vida; por ello hoy yo lo hago.
También una parte complicada de las intervenciones se da cuando la persona usuaria es consciente de que algo le está pasando y por eso tiene conductas más depresivas; en esos instantes tenemos que reforzar lo positivo de esta situación y potenciarle y hacerle ver la suerte de tener alguien que le acompañe en ese proceso.
Mi mayor intervención es con los familiares, en vista de que llevan todo el peso del cuidado de su familiar, e intento que no lleguen a padecer sobrecarga, pero muchas veces se hace pesado este cuidado porque son 24 horas al día, siete días a la semana y 365 días al año.
A esto hay que sumar la importancia del paso del tiempo, porque día a día van perdiendo capacidades, por lo que nos tenemos que quedar con las que todavía mantienen. Hay que evitar que las cuidadoras principales dejen a las personas usuarias en un segundo plano, porque ellas son miembros de su destino y de la forma que quieren vivir; por lo cual tenemos que respetar sus gustos y preferencias de vida.
Mis recomendaciones para las familias que están afectadas por esta enfermedad son una dosis de ambiente tranquilo, dos dosis de sentido del humor, tres dosis de paciencia y mucho cariño hacia tu familiar porque esa persona ‘sigue siendo ella’.
En resumen, me encanta trabajar con el colectivo alzhéimer y otras demencias, porque todo esfuerzo es recompensado emocionalmente y con creces.
Y como dice este año el lema, ‘CeroOmisionesCeroAlzheimer’
Estefanía Vílchez Correa.
Trabajadora Social
de Afacontigo Alzheimer Motril