El día que Parkinson entró en mi taller

Foto de Salvador en una sesion de fisioterapia

comunicacion

11 Abril, 2022

Historias personales

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La primera vez que conocí la enfermedad de Parkinson fue cuando a mi padre se la diagnosticaron. Yo era joven y desconocía la realidad de esta enfermedad hasta ese momento, ya que no dejaba de pensar que era un problema de mayores con temblor.

Años después me encontraba en el taller mecánico, trabajando como siempre, cuando el simple hecho de coger la herramienta para desatornillar y buscar las piezas del motor que estaba reparando comenzaba a alargarse en tiempo y esfuerzo. A esto se sumó que por las mañanas las manos no me funcionaban como siempre. Era una sensación de entumecimiento y de rigidez.

En ese momento tenía 53 años, pero no fue hasta un año después, entre derivaciones de médicos y pruebas, cuando me dieron el diagnóstico: enfermedad de Parkinson.

Al principio, comencé a investigar qué podía hacer por mi parte para hacerle frente, me sentía un poco perdido. Entonces encontré la página de la Asociación Parkinson Valencia y estuve viendo a qué se dedicaban y cómo podrían ayudarme. Por un lado, no quería acercarme a este lugar por no ver a personas como yo, pero con la enfermedad más avanzada; tenía miedo. Pero por otro, sabía que en esta asociación podrían ayudarme. Finalmente, fui y me apunté como socio.

En esa temporada, pese a las dificultades físicas de la enfermedad, aún me encontraba en activo. A lo largo de la semana, esperaba con ganas que llegase el día para ponerme en manos del fisioterapeuta de la asociación. Él sabía exactamente qué necesitaba mi cuerpo, mis músculos, mis manos y brazos, que a medida que pasaban los días se volvían rígidos como cuerdas. También, la asociación me ayudó a tramitar la incapacidad laboral para poder dejar de trabajar y centrarme en mi salud.

Ahora tengo 61 años. Llevo siete conviviendo con esta enfermedad neurodegenerativa a la que, cada día, planto cara para ralentizar su avance. Asisto a terapia neurorrehabilitadora varias veces por semana, donde todo el equipo profesional me proporciona lo que necesito. Además, he hecho buenas amistades con otras personas con párkinson que se encuentran en mi misma situación. Entre nosotros nos apoyamos y nos animamos. Somos un gran equipo.

Me gustaría transmitir como recomendación a otras personas a las que acaben de diagnosticar el párkinson que se muevan todo lo que puedan, que estén activas y que no tengan miedo de acercarse a su asociación de párkinson más cercana, ya que allí encontrarán lo que necesitan.

Salvador Pérez

 

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