Hoy en casa estamos de cumpleaños
Hoy en casa estamos de cumpleaños.
Nuestra casa, Fundación ONCE, cumple 35 años.
Corría el año 1988, cuando muchos de los que nos lean ni siquiera habían nacido, o daban sus primeros pasos.
A nivel general era una época de cambios, en cierto modo convulsa, en la que España poco a poco se iba asentando en la democracia.
Y en el mundo nuestro, en el del tercer sector y la discapacidad, en cierto modo era igual.
La ONCE estrenó democracia pocos años antes, en 1982, y se debatía en cambios sustanciales en su estructura, en sus relaciones con el Estado, y en su modelo de ingresos. Así, pasamos de un montón de sorteos provinciales a un sorteo centralizado en el que los premios se multiplicaron. Y culminó con un ‘cuponazo’, los viernes, con una cola de gente comprando detrás.
En 1988 las personas con discapacidad no tenían el ‘estatus’ que tienen hoy en día. Bueno, para empezar no eran personas con discapacidad, eran minusválidos, y, por supuesto, eso de que trabajaran, al menos la mayoría, ni se contemplaba. Por la calle no se veían sillas de ruedas, ni coches adaptados, y las aceras estaban rodeadas de bordillos. No había internet, y en la tele no había más de dos o tres canales.
Era otra época, muy distinta a la de hoy, en la que como un piloto, con todo por construir, aparece nuestra querida Fundación.
En los primeros años de vida, con un movimiento asociativo que daba sus primeros pasos, Fundación aparecía como un pequeño salvavidas al que aferrarse, y esperando a que, en su caso, las tormentas no arreciasen. Fueron años bonitos, en los que una entidad joven como la nuestra, fue creciendo, combinando un ejercicio continuo de prueba y error, como le pasa a cualquier chaval o adolescente que se precie. El movimiento asociativo, con más o menos recelo, fue haciendo suya la causa de que juntos somos más fuertes.
Y así pocos años después apareció el CERMI, punto de inflexión clarísimo para el colectivo de la discapacidad en cuanto a pasar de actor invitado a actor protagonista en la reivindicación de derechos.
Ahora, 35 años después, podemos decir que ha merecido la pena. Contamos con una Fundación, aún joven, en la flor de la vida, que se reinventa continuamente, que está al lado de quien lo necesita, con humildad, con cariño, humana por encima de todo. Y esa es la casa que nos gusta. De aquella época aún quedamos cuatro jóvenes, Geli, Araceli, Alicia…
Hoy soplamos las velas.
En casa estamos de cumpleaños.
Alberto Vaquero