Discapacidad y Violencia de Género
La violencia de género es una lacra común a todas las mujeres. Ninguna somos inmune a sufrirla porque todas estamos educadas en el machismo del que nos empapamos en las películas o en la música donde al final todo sale bien pase lo que pase. Es el mensaje de “el amor todo lo puede”, “el amor todo lo perdona”, “quien bien te quiere te hará llorar”, o “el amor vale la pena”.
Y ¿Por qué el amor vale la pena y no la alegría? ¿Por qué crecemos vinculando el amor a sufrir?
El amor romántico no solo se puede convertir en un regalo envenenado, sino que también imposibilita que podamos identificar las primeras señales de maltrato.
La sociedad actual tiene como línea roja de la violencia de género el ‘si te pega no te quiere’. El problema es que para poder prevenir y erradicar la violencia de género, las señales de detección tienen que verse mucho antes.
La detección precoz es la clave para luchar contra la violencia de género. Que una mujer pueda en pocos meses detectar que la relación no le hace feliz, que solo le aporta disgustos y broncas y poder dejarla sin que la escalada de violencia se haya producido. Hay que salir de ella sin problemas de autoestima, secuelas graves y tanto, tanto dolor que a muchas víctimas nos acompaña durante tanto tiempo.
Ya tenemos claro que la prevención y la educación son imprescindibles para dotar de estas herramientas a las nuevas generaciones, aunque a paso lento vamos poco a poco avanzando en esa dirección, pero, y las mujeres con discapacidad ¿qué?
Ellas estadísticamente hablando, sufren el doble de violencia de género, sin embargo, pocas campañas van enfocadas a que el mensaje les llegue. Son las grandes olvidadas. Esto unido a que en ocasiones la sociedad sigue infantilizándolas y no tienen acceso a educación afectivo-sexual, ni educación en igualdad o prevención de la violencia de género, les crea una vulnerabilidad añadida que nada tiene que ver con su discapacidad, sino con cómo la sociedad no les da acceso a toda la información que necesitan para su pleno desarrollo.
Las dificultades para identificar el maltrato son grandes, pero las barreras para salir de él ya son inmensas.
El maltratador disfruta teniendo poder en su relación, sintiéndose superior a su víctima, y en muchas ocasiones se aprovecha de esa discapacidad para conseguir ese dominio y aislar o dificultar enormemente la vida de la víctima. Pensemos simplemente que la mujer tenga movilidad reducida, y necesite de una silla para desplazarse, basta con no poner a cargar la silla, o no dejársela a su alcance, para que el maltratador pueda tenerla secuestrada.
Por eso es urgente que la sociedad cree los mecanismos para ayudar a las mujeres víctimas de violencia de género que tengan alguna discapacidad, que las campañas vayan enfocadas a facilitarle información de detección, campañas en las que ellas puedan verse reflejadas, que surjan referentes de mujeres que han conseguido salir vivas, y ser felices tras el maltrato.
Pero la sociedad tiene una tarea mucho más difícil: crear todas las herramientas necesarias para que una vez que la mujer reconozca su situación de maltrato, tenga recursos adaptados y suficientes para sacarla de ese infierno, protegerla, recuperarla y facilitarle los recursos para que vuelva a ser la dueña de su vida, y a día de hoy, en eso estamos fallando.
Por eso #MásqueCapaz me parece una campaña necesaria, porque muchas mujeres con discapacidad sufren violencia de género y no tienen la información necesaria o los apoyos para poder superarla, y porque no podemos olvidar que muchas mujeres adquieren la discapacidad precisamente a causa del maltrato.
Que mujeres con discapacidad cuenten su historia de supervivencia, y que se faciliten herramientas de detección y prevención de la violencia de género, que se conviertan en referentes y protagonistas, como ocurre en esta iniciativa, es necesario.
Yo espero haber aportado mi granito de arena para que mujeres puedan identificar las señales del maltrato, y sobretodo puedan coger fuerzas para salir y saber que después se puede ser feliz y que se merecen ser libres. Pero sobre todo que se recuerden, mirándose al espejo de sí mismas, ese mensaje tan grande y empoderante: Soy “Más que Capaz” de conseguirlo.
Marina Marroquí.
educadora social y superviviente de Violencia de Género