Gracias, ASPACE
Mi historia no es única, ahora lo sé, es la historia de muchas otras madres que han tenido que enfrentarse a una maternidad atípica, una maternidad llena de dudas, incertidumbre, miedo, incomprensión... Pero también una maternidad llena de un amor incondicional.
Es verdad que nunca habría elegido tener una hija con necesidades especiales, pero la tengo, y os puedo asegurar que ella es, simplemente, perfecta, y que no la cambiaría por nada del mundo.
Soy madre de una princesa de casi tres años, ella lo es todo para mí. Es mi día y mi noche, es mi sonrisa y mis lágrimas, es mi fortaleza y mi debilidad; ella es lo mejor que me ha pasado y a la vez, lo que más me ha hecho sufrir en esta vida.
Si soy sincera, todavía no estoy segura de haber asumido al cien por ciento lo que significa ser madre de una niña con necesidades especiales; lo que sí sé es que me ha dado la oportunidad de conocer un mundo habitado por personas maravillosas, por pequeños ángeles y grandes heroínas.
Cuando conocí al equipo de profesionales del Servicio de Atención Temprana de ASPACE Rioja, para mí fue ver un poco de luz entre tanta oscuridad. Ellos sabían por lo que estábamos pasando y, rápidamente, pude sentir que mis dudas y preocupaciones eran entendidas y atendidas.
Hay un proverbio africano que dice que “se necesita toda una aldea para criar a un niño” y os podéis imaginar que si es un niño con necesidades especiales esto cobra todavía más sentido. Para mí, ASPACE pronto pasó a formar parte de “nuestra aldea”, porque su forma de entender la Atención Temprana va mucho más allá de la intervención directa con mi hija. Para ellos toda la familia somos protagonistas y trabajan a nuestro lado para potenciar su desarrollo y bienestar, para lograr su máxima autonomía y posibilitar que su inclusión sea real.
No es fácil, no os voy a mentir; cada día te despiertas y tienes que seguir subiendo una montaña llevando sobre los hombros una mochila llena de piedras. No ves la cima y es ahí cuando los profesionales de ASPACE te empujan y te ayudan a seguir soñando con alcanzar la cumbre y disfrutar, desde allí, del paisaje.
Ser madre de una niña con necesidades especiales es una experiencia que conlleva muchos retos; mi camino apenas ha empezado y soy consciente de que no va a ser fácil. Por eso solo puedo dar las GRACIAS por tener a mi lado a profesionales como los que forman el equipo de Atención Temprana de ASPACE. GRACIAS de corazón a todos y sobre todo a ti, Manu, tú sabes que ya eres uno más de esta familia.
Mónica
Madre de Daniela