Respiro... estoy viva: una historia de superación

La vida me enseñó, de la manera más inesperada, que no importa cuán alto llegues, siempre puedes volver a empezar. El 8 de octubre de 2014, tenía 21 años, era una joven deportista de élite, miembro de la selección venezolana de esgrima, cuando un ictus cambió mi vida. De entrenar para los Juegos Olímpicos y estudiar Ingeniería, tuve que aprender desde cero: gatear, caminar, hablar, incluso sostener un vaso de agua.
Sobrevivir a una meningitis y llegar al borde de la muerte fue un momento que marcó mi vida para siempre. Cuando los médicos ya hablaban de muerte cerebral, fue mi hermana gemela quien, con su amor y su fe, me llamó de vuelta a la vida.
"Verito, no me dejes sola, no me abandones…" esas palabras, llenas de esperanza, atravesaron el abismo en el que me encontraba. Su voz, su fuerza, su amor se convirtieron en el ancla que me sostuvo y me devolvió al presente. Fue entonces cuando entendí que mi historia no estaba terminada, que aún tenía capítulos por escribir, y tenía mucho que luchar.
Mi cuerpo, que antes se preparaba para la competencia, ahora luchaba por lo esencial. Pero mi espíritu nunca se rindió. Descubrí en ese proceso el poder de la resiliencia, la importancia de luchar con fe, esperanza y determinación, y, sobre todo, de valorar los pequeños detalles que la vida me regalaba cada día.
Hoy mi historia sigue escribiéndose. Estoy emocionada de compartir que, gracias a la beca Oportunidad al Talento de Fundación ONCE, tengo la oportunidad de estudiar mi FP en Administración y Finanzas. Este apoyo significa más que una beca; es una puerta abierta a un futuro lleno de posibilidades.
Cada esfuerzo vale la pena y siempre es posible transformar los obstáculos en oportunidades.
Mi frase, “Respiro... estoy viva,” me recuerda que vivir no es solo existir. Es aprovechar cada momento, es respirar y valorar que estamos vivos.
Y sobre todo, nunca dejar de soñar, aunque la vida cambie de rumbo.
Este nuevo capítulo, como todos los anteriores, está lleno de aprendizajes, desafíos y esperanzas. Espero que mi historia inspire a otros a no rendirse jamás. Porque, aunque el camino sea duro, siempre habrá una luz al final. Y esa luz, muchas veces, somos nosotros mismos.
María Verónica Colmenares
@lapedanadelavida
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