Tras las primeras palabras:” la reinvención”
Todo comienza con la primera llamada, con la primera visita, con la primera cara que veo por primera vez. No es lo habitual que una presidenta o directora atienda en primera instancia, pero así soy yo: cuando el tiempo me lo permite, me gusta conocer desde el primer instante a las personas a las que atendemos. Es un privilegio acompañar así.
Esas voces, que como un carnet de identidad revelan algo de nosotros, hablan de emociones que en la mayoría de los casos están desbordadas. A veces apenas pueden organizar lo que quieren decir; otras, cuando sienten que son escuchadas, las emociones brotan antes que las palabras y reflejan la fragilidad a través del llanto.
La primera atención a la persona que ha sufrido un daño cerebral —o a sus familiares— es crucial. Candi, con 64 años, tras su ictus, me confesaba que “no se enteró de nada” de lo que le explicaron en el hospital y que solo recordaba que necesitaba fisioterapia. Recuerdo su rostro de superación. También el de Francisca, de 48 años, que tras dos de tratamientos seguía buscando respuestas. Entre lágrimas me decía: “Cuando escuché que tenía un tumor cerebral, el mundo se me cayó encima”. Antes de irse, me preguntó con miedo: “¿Volverá a aparecer?”.
Las familias necesitan información clara, empatía y escucha activa. Sobre todo, necesitan saber que no están solas. En esos primeros contactos siempre intento dejarles presente que hay un equipo dispuesto a acompañarlas. Porque si algo tengo claro, es que nadie debería sentirse solo cuando el mundo se le cae encima.
El apoyo emocional y la comprensión son tan necesarios como la rehabilitación médica. A veces el futuro empieza a tomar color gracias a los pequeños logros que van marcando el camino. Recuerdo a Gonzalo, que dejó su trabajo para cuidar de su mujer en cuerpo y alma. Se olvidó de sí mismo, hasta que la psicóloga y el equipo le ayudaron a ver que, si no cuidaba su propio barco, no llegaría a puerto. Cuando aceptó la ayuda, el alma se me llenó de alegría.
Con el tiempo llegan avances que emocionan y otros que se hacen esperar. La frustración también forma parte del proceso, como dice Loli: “Hay que aprender a convivir con ella”. Porque cada persona con daño cerebral, en su lucha por rehacerse, se transforma como una mariposa que redefine su identidad.
Doy gracias, y creo hablar en nombre de todos los que trabajamos vocacionalmente en la neurorrehabilitación, damos gracias por poder conocer cada historia de vida y formar parte de su proceso de reconstrucción.
Mª Cristina García García
Presidenta y directora de la Asociación AECUM
Neurorrehabilitadora y nieta de mujer con daño cerebral.
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