Vivir en la cárcel con apoyos

Foto del módulo de personas con discapacidad intelectual de la cárcel de Estremera (Madrid)

comunicacion

26 Mayo, 2022

Captación de recursos

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Me llamo Manuela. Este es un nombre que he elegido ahora, no es el que me pusieron al nacer. Tengo discapacidad intelectual. Además, soy madre, mujer y muchas otras cosas. A veces la gente se empeña en ponernos etiquetas y en realidad somos, como todo el mundo, personas con diferentes realidades.

Un día la vida me llevó a la cárcel. Yo no quería hacer lo que hice, pero lo hice. Hay gente a tu lado que a veces no resulta una buena compañía. Así me pasó a mí.

Entré en prisión con 32 años. Cuando me encarcelaron no tenía certificado de discapacidad, aunque sí tenía familiares a los que ayudaba Plena inclusión. Es raro porque en mi caso nadie se había dado cuenta de que tenía una discapacidad intelectual. Desde la dirección de la prisión y gracias a que tuve mucha suerte, pidieron a las profesionales de Plena inclusión que valoraran mis posibles necesidades de apoyo. Se dieron cuenta porque al principio de entrar en la cárcel me costaba mucho enterarme de las normas que había dentro y eso me provocaba muchos problemas y malestar.

He preguntado y me dicen que *otras personas con discapacidad intelectual reciben apoyos, como yo, de Plena inclusión en 48 cárceles y 35 Centros de Inserción Social de toda España. Estos proyectos se financian gracias a la X solidaria, que tienes que marcar en la declaración de la Renta cuando la haces y que va a los programas de muchas ONG. Todo esto me lo han dicho, porque yo nunca he hecho en mi vida una declaración de la Renta.

Sigo contando lo que me pasó. Después de hacerme una valoración, reconocieron que tenía discapacidad intelectual. Eso, unido a que somos una familia muy humilde, me permitió conseguir algunos beneficios penitenciarios y que me adaptaran los materiales de los talleres laborales. Ahora tienen que dármelos en Lectura Fácil. Así sí que me entero y puedo hacer los cursos de formación laboral. Dicen que nos ayudarán a encontrar un trabajo cuando salga de prisión.

Ahora, cuando os escribo, se ha cumplido uno de mis sueños: ya tengo la libertad (provisional) y además trabajo en un centro especial de empleo con otras personas con discapacidad. Por eso, por fin puedo aportar dinero y ayudar en la economía de mi casa. Esto hace que me sienta muy orgullosa y saber que podré ayudar a mis hijos para que tengan un futuro mejor que el mío.

*El programa de Plena inclusión de apoyo a personas reclusas lleva desarrollándose desde hace 28 años y atiende a 1.413 personas, como beneficiarias directas; y a 443 familiares. Su presupuesto es de 346.304€ y llega a 12 comunidades autónomas.

 

            Manuela

 

 

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