Mi verano en el sur de Francia

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04 Noviembre, 2022

Formación

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Antes de este verano, nunca había estado en Francia, y nunca había vivido en un país francófono. Había empezado a estudiar francés ese mismo año, y no había tenido la oportunidad de usarlo mucho fuera de mis clases de academia. Por suerte, ya había aprendido otros idiomas y confiaba plenamente en que lo que necesitaba para empezar a hablar francés de verdad era realizar una ‘inmersión’, es decir, zambullirme de lleno en una realidad en la que mi vida fuera completamente en francés.

Cuando cuento a la gente que he pasado el verano en el sur de Francia, estudiando francés gracias a una beca de Fundación ONCE, suena como una experiencia muy romántica sacada de películas como ‘Come, reza, ama’. Y cuando digo que he estado en Burdeos, más (aunque lo que no se imaginan es que te has tenido que levantar pronto cada día en vacaciones para ir a clase).

Seguramente mi experiencia no fuera de película, pero para mí no le faltó de nada. Personalmente, tengo pasión por los idiomas, así que disfruté mucho del curso intensivo que hacía por las mañanas. Por las tardes, la misma academia en la que estudiaba organizaba actividades como visitas a la ciudad, talleres de cocina, catas de vino (indispensables en Burdeos), y muchos otros planes que te permitían conocer a otros estudiantes. En mi caso, conocí a gente con perfiles muy distintos y que habían acabado allí por razones muy diferentes, aunque también coincidí con compañeros que estaban allí preparándose como yo para entrar en el mundo de la diplomacia.

Por ello, no se me hizo difícil conocer a gente con la que salir, ir de excursión y disfrutar de la gastronomía francesa, que fue otro gran descubrimiento para mí. También tuve la oportunidad de acercarme más a la cultura francesa con la familia de acogida con la que estuve, donde me sentí como en casa y aprendí a manejarme con el francés del día a día.

Pero, ¿y el francés qué tal entonces? En mi caso, llegué con un nivel que rondaba el B1, y al final de los dos meses tuve la gran suerte de poder hacer en mi misma academia un examen oficial en el que aprobé el nivel B2, por lo cual me fui de Burdeos con un título que ahora puedo presentar en cualquier lado. Conseguí mi objetivo de, no solo mejorar mi francés y sumar un idioma más a mi lista, sino de culturizarme en otros aspectos como aprender a percibir nuevos matices a la hora de catar un vino.

Así pues, para mí esta beca ha sido una experiencia muy enriquecedora tanto a nivel personal como profesional, y os animo a tod@s a atreveros a salir de España y a zambulliros en otra cultura.

 

Anna Marín Estarellas,

beneficiaria de una beca de idiomas

de Fundación ONCE  

 

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