Comunicar la diversidad

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admin

18 Diciembre, 2015

Movimiento asociativo

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Más de una treintena de periodistas, en una misma sala, y reunidos por espacio de dos horas. El sentido común haría temer a cualquiera por el resultado de semejante quedada. Y sin embargo, el fin era más que loable, debatir pros y contras para mejorar la proyección social de las personas con discapacidad y sus familias. 
 
Bajo el reclamo de  “Comunicar la diversidad”,  los responsables de comunicación de las principales organizaciones de la discapacidad se citaron con seis conocidos periodistas en activo para intercambiar ideas, experiencias, consejos y algún que otro reproche cariñoso.  
 
La reunión fue promovida por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), a través de su Comisión de Imagen Social, y por Fundación ONCE, que cedió la noble sala de Patronato como escenario de un singular encuentro que, a buen seguro, tendrá segunda parte.
 
Por seguir con los títulos de crédito, aquí tienen la relación de los seis periodistas que acudieron a la llamada de la discapacidad organizada. Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), la “jefa” de todo el gremio y buena amiga de la discapacidad.
 
El maestro Fernando González Urbaneja, con 45 años de profesión a sus espaldas, siempre cargado de sabios consejos. Un erudito que no ha perdido un ápice de ironía y rebeldía. La frescura de la juventud la aportó Inés Morilla, redactora de los Informativos de La Sexta, en los que gracias a ella (y a su compañero Efrén Hernández)  siempre hay hueco para la discapacidad.
 
RTVE estuvo representada por Emilio de Andrés, director de “La tarde” del Canal 24 Horas, periodista de dilatada carrera y curtido delante y detrás de las cámaras. La magia de la radio la lleva consigo Jaume Segales, un genio de las ondas que ahora estrena programa en Radio Internacional. Y cierra el sexteto un provocador nato llamado Emilio de Benito, periodista de referencia en salud y “otras cosas de sociedad” del diario “El País”.
 
Hechas las presentaciones, vayamos al relato de la jornada. Este artículo no pretende ser un glosario de conclusiones ni el ladrillo del diario de sesiones. Pero si algo quedó claro tras ciento veinte minutos de charla y café, es la apuesta unánime de una y otra parte de la mesa por las relaciones personales. Los “dircom” de la discapacidad tienen la obligación de tener “fichados” a los periodistas que abordan sus temas, saber seducirlos con propuestas de interés social y fomentar una relación fluida y continua. 
 
Aunque resulte una frase manida, desde tiempos pretéritos se dice que un periodista vale lo que valen sus fuentes. Un director de comunicación será más o menos bueno en función de la capacidad que tenga para hacer llegar a la sociedad, a través de los medios de comunicación, las actividades de su entidad. Y para eso, sin lugar a dudas, las relaciones personales siempre serán imprescindibles.
 
Cualquier periodista que habite en una redacción viva recibe a diario centenares de correos electrónicos y notas de prensa. Instrumentos de comunicación que para algunos de los invitados, como González Urbaneja o Emilio de Benito, han perdido su eficacia. Lo más probable es que la inmensa mayoría de esos esos mensajes acaben en la papelera. 
 
La discapacidad debe competir por hacerse un hueco en los medios de comunicación, al igual que hacen otros colectivos con escasa visibilidad. Es el reto de hacer noticia de lo cotidiano. O como diría un buen amigo usuario de silla de ruedas y alto cargo en la Administración (es compatible), “es la hora de sacar la discapacidad del armario”. 
 
Los medios de comunicación, como recalcó la presidenta de la FAPE, tienen la obligación de proyectar una imagen real de las personas con discapacidad. Es el principio de la llamada normalidad, incompatible con el paternalismo, los estereotipos y ese nexo sempiterno que asocia discapacidad y enfermedad como una misma realidad.
 
Como era de esperar, el uso del lenguaje centró una parte del debate. En las noticias, y no digamos en los titulares, aún nos encontramos una colección de sustantivos, adjetivos y verbos propios de tiempos pasados: impedido, postrado, lisiado, retrasado, sufrir, padecer… No piensen que exagero. Afortunadamente no es lo habitual, pero pongo a disposición de los interesados una recolección de “perlas” publicadas este mismo año que no tiene desperdicio. 
 
¿El uso del lenguaje debe ser el principal caballo de batalla de las organizaciones de la discapacidad? No. Esa fue la respuesta más repetida por los comunicadores invitados. Deben vigilarse y corregirse los usos inadecuados, pero sin hacer “casus belli” contra los medios. De lo contrario, la discapacidad podría convertirse en un “colectivo incómodo” para los periodistas, recelosos de recibir una horda de críticas por escribir en un titular “esquizofrénico” en lugar de persona con esquizofrenia (no hay espacio suficiente).
 
La mesa planteó una interesante paradoja. El lenguaje políticamente correcto puede llevar a esconder la discapacidad. Expresiones como personas con diversidad funcional o con capacidades diferentes son, a juicio de muchos de los presentes, eufemismos innecesarios. 
 
Y una de críticas constructivas, que siempre animan el debate. Irene Morilla desveló las dificultades que encuentra en ocasiones para mostrar en la pantalla de La Sexta a personas con discapacidad. Las organizaciones denuncian discriminaciones o falta de medios pero, según dijo, a veces esconden a los protagonistas de la noticia. “Nadie quiere salir, es un contrasentido”, afirmó.
 
La réplica no se hizo esperar. A veces los medios, explicaron desde las entidades de la discapacidad, nos piden a personas en situaciones extremas, buscando más el sensacionalismo o la pena que el interés informativo. Cargado de ironía, el jefe de prensa de ONCE, Chema Prieto, aseguró que algunos “buscan a un ciego que toque el piano con una mano y que viva en el noveno b”.  
Jaume Segales estuvo certero al incluir en el debate la falta de periodistas con discapacidad en los medios de comunicación. Profesionales contratados por su valía, no por la discapacidad, pero que a buen seguro son capaces de aportar un plus de diversidad en las redacciones.
 
Y dos últimas recomendaciones a los responsables de comunicación de la discapacidad organizada. Los canales de información son diversos y plurales. Las redes sociales y otras plataformas de Internet han abierto un inmenso abanico de posibilidades para difundir los mensajes. Diversificar el trabajo, pues siempre no será posible “colar” las informaciones en RTVE, La Sexta, “El País” o las principales cadenas de radio. Hay vida más allá de los medios nacionales.
 
La última recomendación la pongo en boca del Emilio de Andrés, el director de “La Tarde” en el Canal 24 Horas de RTVE. La discapacidad organizada debe ser proactiva, proponer temas de interés y huir del “quejío” permanente, a pesar de que reconocer el déficit de ciudadanía que aún arrastran las personas con discapacidad.
 
Y así pasaron dos horas de debate, un fructífero intercambio de pareceres que tendrá continuidad en un próximo “happening” periodístico sobre la discapacidad y el modo de contarla. Y no fue el único intercambio, los periodistas invitados tuvieron que autografiar sus teléfonos y correos a casi todos los presentes. El primer mandamiento de la profesión llevado a la práctica.
 
Juan Antonio Ledesma
Presidente de la Comisión del CERMI de Medios e Imagen Social de las Personas con Discapacidad
 

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