Las barreras del enmascaramiento en el Asperger

Imagen de una mujer con máscara

comunicacion

18 Febrero, 2024

Historias personales

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El mundo del teatro puede ser muy excitante. Te permite escapar de tu realidad y fingir ser otra persona que genera una ilusión en el espectador que le hace creer que eres tu personaje. Durante un par de horas, para una obra de teatro, podría ser incluso divertido.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando tienes que fingir ser otra persona durante toda tu vida para encajar en una sociedad poco tolerante con todo lo que se sale de lo normativo? Así se siente una persona con autismo, sobre todo las chicas, pues es bien sabido que la exigencia social para el sexo femenino es muy superior a la que sufren los chicos.

Las premisas las conocen muy bien: no seas gritona, escucha siempre a la otra persona, estate quietecita y calladita estás más guapa. Para los chicos es todo lo contrario: tienen que ser muy activos, exigentes y tener siempre la última palabra. ¿Qué tiene que ver todo esto con el autismo? Mucho más de lo que la gente se imagina.

Me llamo CVA, tengo 36 años y trabajo como Personal Docente e Investigador en la Universidad de Málaga. Por motivos de seguridad, no voy a mencionar el nombre del departamento, ya que podría buscarme un problema si se enteran de que he hecho público que soy una persona con autismo grado 1. Como mencioné anteriormente, recibí mi diagnóstico con 33 años, cuando tras una crisis de ansiedad grave durante la pandemia de Covid-19, la psicóloga del servicio de atención psicológica de la Universidad de Málaga me derivó a la Asociación Malagueña de Síndrome de Asperger (AMSA) tras comentarle mis sospechas sobre ser una persona con autismo.

No fue hasta hace poco que, por casualidades de la vida, ya que una compañera de universidad logopeda conocía a la psicóloga del colegio, supe que ya sabían que yo podría estar en el espectro autista. Al parecer, tuvieron una reunión con mis padres de la que nunca supe. Supongo que prefirieron pensar que era solo una fase que con el tiempo desaparecería. Hoy en día toda mi familia sigue pensando que esto es algo que se me va a curar en cuanto espabile.

Piensen que mi aproximación al uso del lenguaje indirecto y a los dobles sentidos era puramente lógica, algo que termina siendo muy agotador si lo tengo que hacer en todo momento para poder encajar y no sufrir rechazo. Supongo que ahora entienden mejor mi referencia al teatro y a la interpretación de un personaje para sobrevivir en una sociedad que no acepta al diferente: llámese autista, LGBTI, TDAH, síndrome de Down y un largo etcétera.

Conclusión: las apariencias engañan y si bien los rasgos autistas no son tan evidentes en las chicas, existen. Si se nos sigue negando el diagnóstico temprano y la discapacidad del 33%, nos estarán condenando a una vida de ansiedad, depresión y quizás incluso a la muerte.

 

CVA

 

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