Retos sobre la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual en entornos inclusivos
Estamos inmersos en un proceso complejo de transformación de nuestras creencias, prácticas y políticas sobre la discapacidad intelectual o del desarrollo, especialmente en relación a las necesidades de las personas y de sus familias, para que logren su plena ciudadanía, junto con un nivel de calidad de vida en equidad con el resto de sus conciudadanos y en un contexto de justicia y solidaridad.
Necesitamos un cambio de mirada: de centrarnos en la discapacidad a centrarnos en la persona. Este cambio se está produciendo desde hace ya varios años en todo el mundo, y se ve fuertemente reforzado y refrendado por la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad, que ha supuesto un antes y un después en este proceso de transformación de nuestras miradas.
Hay hechos que ya evidencian este paso, como la formación y capacitación de las personas con discapacidad intelectual en derechos, el aumento de su empoderamiento a través de esas formaciones y de la participación en acciones tales como ser formadores en derechos de otras personas con o sin discapacidad intelectual, ser evaluadores de la calidad de vida de otras personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, ser traductores de textos a fácil lectura y formadores a otras personas en esta metodología, etc. Además ha aumentado su participación en todos los niveles, incluidos órganos de dirección tales como la dirección de la confederación y la presencia de pleno derecho en la Junta Directiva. También se ha avanzado en el acceso a la cultura, así como en promover la defensa desde el propio alumnado de una educación inclusiva.
Todo lo anterior es mucho y muy valioso, pero es claramente insuficiente.
Hay que avanzar para asegurar que estas experiencias alcancen a muchas más personas en todos los rincones de nuestra geografía. El ejercer lo que se denomina roles socialmente valorados (formadores, evaluadores, defensores, cooperativistas, apoyo a otras personas…) debe ser la base de un cambio drástico en nuestras actitudes: de pensar en personas que solo reciben y que no dan, a pensar en personas que reciben apoyo y que participan y ofrecen una contribución valiosa a su comunidad; de pensar en personas generalmente ejerciendo roles sociales minusvalorados (trabajos valorados socialmente como de bajo nivel, personas que no tienen oportunidad de ‘dar’ sino solamente de ‘recibir’…) a ofrecer apoyos y oportunidades para el ejercicio de roles sociales valorados y cada vez más diversos, no poniendo límite a las posibilidades de la persona. Se deben promover oportunidades de empleo para todas las personas.
Hay que avanzar para ofrecer los apoyos que necesitan las personas en sus contextos naturales de vida, aparte de los que puedan ofrecerse dentro de las instalaciones de los actuales servicios. Y todo ello con una base de planificación / pensamiento centrado en la persona (considerando en ello a sus seres queridos). Todavía no es una práctica generalizada realizar una propuesta de apoyos desde una perspectiva centrada en la persona, personalizada, integral y coordinada. Nuestro trabajo, va encaminado a ello.
Santiago López Noguera
Presidente de FEAPS