Preparados… ¡va!
Suena el despertador y toca levantarse; como cada día, café con leche fría y a funcionar.
Primera parada… la piscina. Desde hace 25 años el agua de las piscinas forma parte de mí. Quién me iba a decir que lo que empezó como un complemento a los procesos de rehabilitación que tenía pautados de pequeña, se convertiría a lo largo de los años en mi vía de escape (especialmente en mi juventud y etapa universitaria), en mi proyecto vital y, desde hace un tiempo, en parte de mi desarrollo profesional.
Aunque mi orientación universitaria me llevó a cursar la diplomatura de Trabajo Social en mi Huelva natal, y posteriormente, un Máster Universitario en Criminalidad e Intervención Social en menores (primera experiencia de vida independiente en Granada), el deporte me alejó aún más de casa para llevarme a la otra punta de España y así, aterrizar en Oviedo, donde formaría parte del equipo de competición del Club Handisport en el año 2010.
Como mi idea siempre había sido poder tener independencia económica de mis padres, relativamente pronto, la anterior situación derivó en mi primera experiencia profesional, tomando las riendas de las escuelas de natación adaptada que se desarrollan en Oviedo.
Entrar en el mercado laboral nunca es fácil para los jóvenes, por eso no dudé en aceptar la oportunidad de compaginar la enseñanza en las escuelas y mis propios entrenamientos, con un trabajo en Decathlon, obviamente en la sección de agua.
Pero mis inquietudes laborales no terminaron ahí, y continué en búsqueda activa de empleo, lo que me llevó a formar parte de un proyecto educativo en COCEMFE Asturias durante tres años.
Finalizado este periodo, en 2018 FEDEMA me ofrece la posibilidad de llevar la dirección técnica de la federación, un puesto de nueva creación que suponía profesionalizar la entidad por primera vez en su historia y todo un reto para mí. Este trabajo me ha permitido conocer el deporte adaptado en sus múltiples facetas, desarrollar nuevos proyectos, no solo en el ámbito deportivo, también en el educativo, social… y crear sinergias con entidades como Fundación ONCE, para que cualquier niño o niña con discapacidad pueda desarrollarse en igualdad de condiciones en su etapa educativa con el material deportivo adaptado oportuno, así como con la organización de eventos inclusivos como el Sella Adaptado.
Al final, el deporte me ha permitido competir, entrenar, viajar, gestionar… vivir de manera independiente.
Por cierto, me llamo Bea y tengo espina bífida.
Beatriz Álvarez Valderrama